“Analizar las cosas sólo desde el prisma racional puede sumirnos en un laberinto de senderos infinitos. La intuición, por el contrario, permite hallar la vía más directa hacia lo esencial.”
Si se pregunta cuáles son las virtudes que ayudan a vivir con plenitud, la mayoría de las personas responderán, por ejemplo, que el optimismo, el amor y la amistad, la inteligencia y la capacidad para reflexionar, el sentido del humor… Pocas se acordarán de la intuición, y sin embargo es la cualidad fundamental que seguramente está detrás de todas las demás, pues es la que sirve para integrar eficazmente, lo que sucede tanto en el entorno físico como en los estratos más profundos y desconocidos de la mente. Por eso se la considera una eficaz consejera interior, que aclara las dudas en momentos delicados y ayuda a tomar decisiones correctas para alcanzar los objetivos vitales más importantes.
De alguna manera las personas intuitivas tienen una capacidad especial para percibir los mensajes más sutiles procedentes del exterior, almacenarlos en el inconsciente y tenerlos en cuenta en el momento oportuno. Es decir, se dan cuenta sin esfuerzo del significado de los pequeños gestos, los matices de la voz, las miradas o las actitudes de las personas con quienes se relacionan. Eso les permite, por ejemplo, descubrir los intentos de engaño o hacer una propuesta en el momento más adecuado.
El don de aprender sin darse cuenta
La psicóloga alemana Angelika Faas, que estudia desde hace más de 20 años este “don especial”, lo define como “principio de aprendizaje implícito”, pues las personas intuitivas mantienen a lo largo de su vida una actitud mental abierta que les permite acumular informaciones que siempre acaban insultándoles útiles. La peculiaridad de éstas personas es que además tienen la capacidad para distinguir la información que es importante de la que no. Así, un campeón de ajedrez no puede competir cuantitativamente con un ordenador a la hora de evaluar jugadas, pero su intuición le ayuda a preseleccionar velozmente los caminos más eficaces.
Según Faas, esta cualidad se convierte en fundamental en los tiempos actuales, en que los datos al alcance de una persona se duplican en pocos años debido a la creciente presencia en la vida cotidiana de los medios de comunicación, la informática o la formación continuada. Por esa razón aumenta el interés por la intuición, que se ha puesto de moda entre los ejecutivos de grandes empresas y las estrellas del cine -Demi Moore, por ejemplo, ha prologado el libro La intuición eficaz, de Laura Day, y Sharon Stone tiene un asesor para mejorarla-. En Estados Unidos incluso existen programas de televisión y páginas web que explican las ventajas de la intuición y cómo desarrollarla.
Una cualidad de la mente profunda
Pero la intuición no es un descubrímiento moderno ni una moda superficial. Se puede entender como algo que va mucho más allá de la eficacia en el manejo de la información por parte de una inteligencia privilegiada. Todo indica que tiene su fundamento en las capas más profundas y desconocidas de la mente. Cari Gustav Jung decía que la intuición es una de las cuatro funciones de la psique. La primera función es la percepción, la segunda el pensamiento y la tercera el sentimiento. La cuarta, la intuición, recuerda al individuo de dónde viene -las experiencias vividas, los fundamentos de la propia personalidad…- y le sugiere a dónde debe ir para cumplir su misión vital y realizarse plenamente. Por tanto es el instrumento más importante para orientarnos en la vida.
Pero, ¿de dónde procede la sabiduría de la intuición? ¿Por qué merece confianza? El inconsciente es la fuente de donde bebe la intuición. Está formado por todo lo que se sabe pero de lo que no se es consciente -lo que se ha olvidado, reprimido o sencillamente no se tiene presente-; todo lo que se siente, se piensa, se recuerda o se desea pero sin intención ni atención; junto a los instintos que gobiernan las necesidades, así como los arquetipos, es decir, las pulsiones dinámicas del alma que aparecen bajo distintas formas en los personajes mitológicos, las fantasías, los sueños y los mitos colectivos.
Pero, ¿de dónde procede la sabiduría de la intuición? ¿Por qué merece confianza? El inconsciente es la fuente de donde bebe la intuición. Está formado por todo lo que se sabe pero de lo que no se es consciente -lo que se ha olvidado, reprimido o sencillamente no se tiene presente-; todo lo que se siente, se piensa, se recuerda o se desea pero sin intención ni atención; junto a los instintos que gobiernan las necesidades, así como los arquetipos, es decir, las pulsiones dinámicas del alma que aparecen bajo distintas formas en los personajes mitológicos, las fantasías, los sueños y los mitos colectivos.
Imaginación en lugar de racionalidad
La intuición, entre todo este material, debe progresar en el conocimiento de las motivaciones más profundas, lo que se traducirá en un aumento de la seguridad en uno mismo y una facilidad para tomar decisiones acertadas.
Para acceder al caudal de conocimientos inconscientes la mente puede extraviarse si usa el camino de la racionalidad. Ésta sirve para resolver cuestiones prácticas, se limita a manejar datos bien conocidos y elabora un tipo de conocimiento que puede ser compartido por todo el mundo. En cambio, la imaginación sí es una herramienta adecuada para la intuición, pues genera una sabiduría basada en las experiencias personales. Sólo ella permite integrar armónicamente las informaciones con los deseos y los sentimientos. La mayor eficacia intuitiva se consigue liberando la mente del corsé de la razón y las normas, abriéndola a las percepciones sutiles, las especulaciones, los presentimientos y las ideas que fluyen espontáneamente.
Un medio útil para que broten las intuiciones es realizar interpretaciones. En ese sentido, investigar el significado de los sueños suele proporcionar pistas sobre las propias motivaciones y actitudes en un momento determinado. Los sueños, que pueden revelar la importancia de datos que habían pasado desapercibidos, han de interpretarse en clave personal, sin abusar de las explicaciones, a menudo tópicas, que ofrecen libros y programas de ordenador.
Aunque pueda parecer sorprendente, los acontecimientos que ocurren en el exterior también son interpretables desde un punto de vista personal. La intuición sería la herramienta capaz de descubrir la conexión profunda que existe entre el mundo físico, aparentemente alejado de nosotros, y nuestra mente o vida individual.
Jung recordaba que si reducimos nuestro cuerpo físico a sus elementos químicos constituyentes -carbono, oxígeno, silicio, calcio…-lo podemos ver asimilado completamente con el entorno material. De manera paralela, las estructuras más profundas de la mente están en continuidad con una realidad psíquica que sería la esencia última de todo lo existente. Por eso, si fuera posible conocer de manera clara los contenidos más profundos del inconsciente se poseería una sabiduría completa, no sólo de tipo filosófico o intelectual, sino práctica e inmediata: sabríamos dónde está un objeto con sólo pensar en él y conoceríamos el pasado y el futuro.
El fenómeno de las coincidencias
Tal sabiduría parece inalcanzable, pero la intuición puede percibir algo del juego entre la realidad exterior y nuestra mente profunda. Esto se demuestra por el fenómeno de la sincronicidad. Se llama así a la experiencia frecuente de reconocer coincidencias entre cosas que ocurren en el mundo exterior y los pensamientos más íntimos. Por ejemplo, un hombre se está enamorando de una mujer con un nombre poco común, Elisenda, y en el plazo de pocos días le ocurren una serie de casualidades: la bella protagonista de una película se llama así, en una revista encuentra un poema visual donde se repite el nombre varias veces y una mañana al afeitarse descubre en el espejo que tiene el nombre bordado en el pecho del pijama que le acaban de regalar (camuflado en “Club de Polo Elisenda”).
Ante una situación así, una intuición liberada de la incredulidad reconoce e interpreta esas coincidencias y puede descubrir su mensaje: será positivo si están relacionadas con sentimientos agradables y se armonizan con las creencias y motivaciones profundas, será negativo si suscitan malestar y contradicciones interiores. Los fenómenos de sincronicidad pueden inducir a pensar que todo está escrito, que el destino se nos impone, pero lo cierto es que cada uno puede construir su destino si se acepta la existencia de una intuición orientadora.
La llave que abre muchas puertas
La posibilidad de interpretar lo que ocurre a nuestro alrededor es el fundamento de las artes adivinatorias y de muchas creencias populares. Así, la intuición encuentra terreno abonado en las sugerencias de una carta astral o en la palma de la mano, e igualmente está dispuesta a considerar las señales que encuentre en su camino: la forma de una nube que pasa o la mascota que siente molestias y advierte así a su amo de que está a punto de caer enfermo… Otro ámbito donde la intuición puede hallar significados es la enfermedad.
No sólo se trata de investigar el origen psicológico de un trastorno de salud -una preocupación constante favorece alteraciones en la piel, por ejemplo-sino de encontrar un sentido a problemas cuyo origen psicológico no es fácil de ver. Alguien que se ve forzado a permanecer en un hospital 20 días por una complicación renal puede intuir que necesitaba hacer una pausa y reflexionar sobre su actitud estresante en el trabajo, su ritmo de vida y sus relaciones.
Cultivar una actitud de alerta serena, casi contemplativa, ante las percepciones interiores y exteriores permite obtener conclusiones útiles y satisfactorias. Ante una duda podemos preguntarnos: ¿cómo lo ve mi intuición? Si se confía en el propio poder intuitivo, sus conclusiones se imponen por sí mismas. La mejor forma de conseguir confianza en la intuición es practicar y experimentar hasta que los éxitos nos convenzan.
Por qué las mujeres son más intuitivas
■ Las mujeres han sido especialmente responsables de la estabilidad emocional de la familia: cuidar a los hijos las ha convertido en expertas en intuir sus necesidades, incluso antes de que sepan hablar. ■ El cuerpo calloso -la parte del cerebro que une los hemisferios-, más grueso en las mujeres, les permite conjugar mejor el pensamiento lógico del hemisferio izquierdo con la visión de conjunto del derecho. ■ Durante siglos la mujer no se ha visto forzada a limitar sus capacidades intuitivas innatas tanto como los hombres, sometidos a las rigideces del mundo laboral. ■ Un gen que podría estar relacionado con la capacidad intuitiva sólo es heredado por las hijas. Según David Skuse, la mujer tiene una capacidad innata, mientras que el hombre debe mejorarla. |
Ejercicios para entrenar la intuición
Nacemos con un nivel de intuición que puede crecer o disminuir en función del uso que hagamos de ella. Estos ejercicios contribuyen a aumentarlo:
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1 - CALMAR LAS EMOCIONES Es necesario para reconocer la voz de la intuición. Existe un ejercicio de visualización que puede resultar de ayuda: imaginemos que un enorme lago representa el estado emocional e intentamos que las aguas se serenen siempre que nos sintamos alterados. | |
2 - TOMAR CONCIENCIA DE UNO MISMO Para liberar la imaginación intuitiva de la censura de la conciencia, que impone opiniones y prejuicios, es útil explicar ante una grabadora lo que se siente y se piensa, dejando fluir las palabras y expresando la mayor cantidad de ideas y ocurrencias -las cosas que parecen triviales con frecuencia vienen de alguna parte y por alguna razón-. Luego se escucha la grabación para conocer mejor los propios procesos mentales y emocionales. | |
3 - CONSULTAR EL I CHING Esta obra milenaria de la cultura china ayuda a resolver dudas. Para consultarla se tiran seis veces tres monedas a fin de obtener una de las 64 figuras posibles. Cada una describe una situación y da consejos que deben ser analizados en busca de una correspondencia con la pregunta formulada. La tirada de las monedas suele reflejar la cualidad esencial del momento que se está viviendo. | |
4 - AVENTURAR UNA RESPUESTA Pedimos a una persona amiga que escriba una pregunta y sin leerla decimos cuanto se nos ocurra. Así entrenamos la capacidad para intuir a partir de los gestos y la actitud de los otros. | |
5 - ACOSTARSE CON UNA PREGUNTA Se realiza la pregunta antes de acostarse, sin buscar una respuesta de forma consciente.Tal vez por la mañana tengamos la solución, pues el cerebro reorganiza las ideas durante el sueño. | |
6 - TOMAR UNA DECISIÓN Se reflexiona durante unos minutos sobre el dilema. Luego se deja que fluya el pensamiento durante 24 horas sin exigirse respuestas. Cumplido el plazo, se toma la decisión con convicción y sin pensarlo más. Este ejercicio se aplica a asuntos de poca trascendencia, hasta convencerse de que la intuición funciona. | |
7 - RESPUESTAS EN CLAVE La intuición no llega siempre con palabras: las imágenes y los símbolos son su lenguaje más común. Para comprenderlos se analizan los posibles significados en relación con los temas que nos preocupan, intentando sentir el más real para uno mismo. | |
8 - PEQUEÑOS EJERCICIOS COTIDIANOS Se trata, por ejemplo, de intentar adivinar quién está llamando por teléfono o a la puerta de casa. A lo largo del día se pueden plantear muchas preguntas e intentos de adivinación que entrenan la intuición. |
fuente/elquecorreconlobos.blogspot.com.es
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